21-11-2024 11:50:38 AM

Caí por su vestido

 

Me había pedido un favor, sabiendo que lo le había dicho que no debíamos volver a vernos… pero no fui capaz de decirle que no. Así que la recogí en lugar que ella me indicó. Efectivamente estaba allí, pero se había puesto un vestido muy seductor, y se veía espectacular. El escote dejaba ver sus hermosas tetas, y su cabello la hacía ver muy hermosa. La llevé a donde me dijo… casi no cruzamos palabra… pero éramos muy cordiales. Después de hacer su diligencia, la llevé a su casa. Eran las 8 de la noche. Ella se bajó como si nada, y su fue caminando después de despedirse. Yo la vi a través del vidrio.

 

Su vestido ceñido dejaba ver su cuerpo espectacular… Me quedé viendo hasta que dobló en la esquina del edificio. Como tantas veces que había ido allí, sentí deseos de irme detrás de ella… y eso fue lo que hice. Saludé al portero y entré. Ella parece no haberse sorprendido al verme en la puerta, me abrió…

 

– Ah… hola…, sigue.

 

No preguntó nada, siguió como si nada, se quitó sus zapatos y se dirigió a su cuarto. Yo no sabía que hacer, estaba muy nervioso… la seguí a su cuarto. La luz del corredor estaba alumbrada, pero ella estaba en su cuarto a oscuras. Así que yo me asomé y le dije:

 

– Has cambiado tu cuarto, te queda muy bien así…

 

Una frase estúpida… ella apenas oía lo que yo decía. Ya estaba muy excitado, tan solo verla descalza me ponía los pelos de punta. Entré y me ubiqué junto a la puerta, como esperando que algo sucediera, y ella seguía caminando de aquí para allá como si nada estuviera ocurriendo, contoneándose de aquí para allá. En un momento que la tuve al frente la tomé por la cintura, sin decir nada, nos miramos, y comenzamos a besarnos tiernamente. No estábamos totalmente pegados. De repente comencé a sentir sus manos sobre mi pantalón, intercambiamos algunas palabras…

 

– ¿Quieres hacerme el amor?

 

– Sí.

 

Su mano ya había desabrochado mi pantalón. Yo seguía besándola suavemente, pero mi corazón estaba a mil. Metió su mano en mi pantalón, y acarició mi pene por encima del calzoncillo; me encantaba cuando hacía eso. Yo trataba de desabrochar su sostén, de quitarle la blusa, pero no fui capaz en ese momento, así que ella se separó un poco, me miró sonriendo con cara de pícara, y se quitó ella la blusa, y luego el sostén. Me apresuré a tocar sus tetas, la cuales eran preciosas.

 

Mientras yo la tocaba, ella volvió a meter sus manos en mi pantalón, y siguió tocando mi miembro. Lo tocaba de arriba a abajo, suave, llegaba hasta mis gónadas. Luego me quitó la camisa. Estábamos parados el uno frente al otro; sus manos se deslizaban por mi pecho, y yo hacía lo mismo; nos tocábamos como si nunca nos hubiéramos tocado, o como si siempre nos hubiéramos tocado. Metió sus manos en mi pantalón por la parte de atrás, para tirarlo hacia abajo, y luego se quitó su pantalón.

 

Nos acercamos más, hasta que sentí su estomago pegado de mi miembro. Tocaba sus nalgas, y ella me besaba. De pronto bajó, y con sus dos manos me destapó el calzoncillo, mi pene estaba muy mojado, y antes de que se derramara, ella se lo metió en la boca, y mezclando mis líquidos con su saliva, comenzó a chupármelo como nunca…. Sólo me chupaba el glande. Se sentía caliente, muy caliente. Me lamía de arriba a abajo, la lamía con su lengua jugosa, y luego lo rodeaba con su boca, lo chupaba despacito, y luego un poco fuerte.

 

Me apretaba con sus labios, y me volvía a chupar el glande, lo chupaba y lo succionaba de adentro hacia afuera, una y otra vez, me estaba enloqueciendo. No quería venirme allí, así que cuando ella se dio cuenta de que me iba a venir, caminamos, yo de espaldas y ella de frente, hacia la cama. Mientras me acostaba, ella se terminaba de desnudar; me estaba devorando completamente. Ya acostado en la cama, se sentó en mis rodillas, se inclinó con su cabello hacia un lado, y continuó chupándome.

 

Me lamía desde la raíz, y cuando llegaba a la punta me lo chupaba metiéndoselo todo en su boca. De pronto se detuvo, su boca buscó mi boca, y mientras me besaba, con su mano izquierda se insertó mi pene suavemente en su vagina. Entró muy fácil pues estábamos ambos muy lubricados. Ella subía y bajaba sus caderas. Primero apoyada en la cama sobre sus codos. Luego se levantó, apoyándose sobre sus manos, y sus tetas quedaron al alcance de mis manos. La tocaba, como a una bola de cristal, mientras ella subía y bajaba sus caderas.

 

Después juntó sus piernas, y me hizo abrir las mías, de modo que ella subía y bajaba, y con sus piernas y vagina, apretaba mi pene. Entraba y salía despacio, yo no aguantaba más. De repente, comenzó a acelerar sus movimientos, también ella estaba que se venía; yo torcí un poco el dorso para poder ver desde un lado sus caderas, que se movían con un ritmo profesional. Después, yo aún abajo, y ella arriba, comenzó a moverse más y más rápido, metiéndose mi pene hasta el fondo, y rozando su clítoris con mi vientre.

 

Yo la agarré de las tetas, mientras ella se movía y se movía, comenzamos a gemir y a quejarnos con pequeños gritos y jadeos, hasta que nos vinimos. Sentía que mi pene se iba a explotar. Ella me había llevado hasta el límite del placer. Se dejó caer sobre mi pecho, y sin pronunciar palabra, nos quedamos allí dormidos.

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