Se acerca el primer informe de Blanca Alcalá y el viento de posibles cambios sopla ya en el gabinete de la señora presidenta.
Más allá de que se concreten o no movimientos en el primer circulo de colaboradores de la alcaldesa, los rumores sobre quiénes pudieran salir de la nómina municipal y quiénes tendrían posibilidades de integrarse a su equipo fluyen cada vez con más fuerza.
El problema es cuando actuales funcionarios de “primer nivel” de la administración de la capital empiezan a dejarse seducir por el siempre dulce canto de las sirenas y sienten que tienen posibilidades de asumir un cargo de mayor importancia en el gobierno de la ciudad, dejando a un lado su responsabilidad actual como funcionarios públicos.
Privilegian la grilla, la insubordinación, el golpeteo y la cobarde traición en aras de una mejora personal.
Es el caso del patético Manuel Alonso García, director de Tránsito municipal, quien se siente con los tamaños suficientes como para llegar a sustituir a Guillermo Alberto Hidalgo y para lograrlo, echa mano de burdas estrategias de bloqueo que, más que dañar a alguien en lo personal atentan en contra de las prioridades y promesas echas por la presidenta municipal en materia de logros específicos en seguridad y tránsito.
Pero ¿quién es realmente Manuel Alonso?
Porque ese es el punto central, analizar si efectivamente este individuo cumple con los requisitos como para pensar en concretar su sueño húmedo de convertirse en secretario.
Hagamos un poco de historia.
Alonso es compadre de Carlos Cárdenas, ex director de la policía municipal del dogerismo y quien actualmente se desempeña como Secretario de Seguridad Pública en el hoy llamado “paraíso de la corrupción”, es decir, el municipio de San Andrés Cholula, en donde ha sido cuestionado por su tolerancia y en ocasiones fomento a actividades delictivas como el robo de autopartes y el asalto a comercios.
Bajo las órdenes de Rodolfo López Villaseñor, Alonso hace mancuerna con personajes como Mario Gabito, quien se ganó el afecto de nuestro personaje al “arreglar” el peritaje de un accidente automovilístico en donde se vio involucrada la propia hermana de Alonso.
Este par se volvió famoso entre los elementos del sector cuatro, quienes aseguraban que gestionaban todo tipo de acuerdos de protección incluyendo uno muy lucrativo, el de transportes de materiales y de unidades refresqueras y gaseras.
Para que este esquema funcionaria con precisión y eficiencia, era fundamental la colaboración del comandante José Luis Segreste Reyes, quien en su momento dejó la dependencia municipal y ahora se encuentra resguardado en las filas de transito del estado a pesar de tener una averiguación previa en su contra, la 1844/2008, presentada por transportistas de la agrupación tres de mayo de la CROM.
Ya como director de tránsito, Alonso se ha visto envuelto en una serie de escándalos que, gracias a su habilidad como alquimista, han desaparecido misteriosamente o de plano se encuentran en la congeladora durmiendo el sueño de los justos.
Uno de ellos tiene que ver con una investigación en su contra realizada por la dirección de asuntos internos, en donde se le señala por haber sacado su arma de fuego y amenazado a uno de sus elementos.
Alonso aseguró en su momento que todo se trató de una equivocación y entonces, de manera inexplicable, esta investigación desapareció y la averiguación previa correspondiente jamás siguió su trámite.
Desde hace meses, elementos de Tránsito piden reiteradamente que se les informe sobre el curso de las investigaciones derivadas de una denuncia presentada en contra de Alonso en noviembre de 2007 en la delegación Oriente por el delito de abuso de autoridad.
¿Y sabe qué?
Nada, absolutamente nada.
El director de Tránsito se jacta de ser “compadre” de la presidenta municipal, Blanca Alcalá y de gozar de la protección política del secretario de Gobernación estatal, Mario Montero Serrano.
Uno de los incondicionales de Alonso, a quien por cierto ya le prometió la dirección de Tránsito en caso de que llegue a la cabeza de la Secretaría de Seguridad Pública municipal, es el comandante Jaime Osorio Roque, famoso por obtener un trato preferencial de algunos reporteros a través del obsequio de opíparas comilonas con cargo al erario.
Por cierto, vale la pena recordar que Osorio Roque fue acusado por acoso sexual por dos elementos de la secretaría según consta en la averiguación previa 1496/2007.
Alonso no es un personaje carismático.
Se ha ganado el repudio de los elementos a su cargo a través de diversos abusos cometidos en su contra.
Por ejemplo, para auto organizarse una comida de despedida previo a su viaje a España, decidió descontarle obligatoriamente a cada uno de los elementos de los sectores tres y cuatro 200 pesos de su sueldo.
El evento se realizó en la 23 Sur y 33 Poniente.
Pero eso no es todo.
Con el pretexto de poder costear la comida y los regalos del convivió de fin de año de la corporación, Alonso le exigió a todos los elementos el pago inmediato de 250 pesos por persona cuando en realidad el propio ayuntamiento había aportado los recursos necesarios para su realización, además de que varios comerciantes donaron productos que fueron regalados o bien rifados en la fiesta.
¿Cómo la ve?
Asqueroso ¿no?
¿Se imagina a alguien así coordinando los esfuerzos en materia de seguridad pública en la capital, en un momento en donde la delincuencia crece, se arma y organiza mejor y por lo tanto se requiere de auténticos profesionales honestos y comprometidos para hacerles frente?
No, no, mejor ni se imagine.
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