PRIMERA PARTE
-Hola, ¡buenos días, señor!
-¡Buenos días, joven!
El muchacho siempre me saludaba alegremente, pero la muchacha sólo sonreía sin decir palabra. Era una muchacha morena, de abundante cabellera ondulada y negra, con unos grandes y oscuros ojos que me recordaban a los de las gitanas y gracias a su juventud, su cuerpo era esbelto y bien torneado. Tenían desde hace un año un pequeño comercio junto a mi despacho contable y siempre que yo llegaba, ellos ya estaban ahí, vendiendo su bisutería. En varias ocasiones sorprendí a la muchacha mirándome al alejarme, yo volteaba y ella miraba rápidamente hacia otro lado pero me daba cuenta, incluso, a veces, salía de su negocio y se asomaba a la calle como si buscara algo, pero lo que hacía era mirarme por detrás.
Cierta vez en que no estaba el muchacho, yo pasé saludando como de costumbre, cuando no escuché contestación, miré y estaba la muchacha sola, sonriendo coquetamente y contestó con voz melosa “¡holaaaaa, guapo!”, yo solo sonreí y seguí de largo, me causó sorpresa su saludo, era una muchacha joven y atractiva y no esperaba tal saludo cuando yo era, al menos, 15 años mayor que ella; en fin, no hice mucho caso y me dispuse a comenzar a trabajar. Era mediodía y su negocio estaba solo… ella estaba sola… y yo también. Mi despacho tenía una pequeña recepción donde sólo cabían un par de sillas y al fondo se veía un espejo cuadrado y una puerta. Tras la puerta estaba mi privado y el espejo era un cristal polarizado que me permitía ver si alguien entraba y… entró ella observando el interior. Obviamente sólo pudo ver las dos sillas, el espejo y la puerta, yo la mire divertido unos segundos y salí de mi privado.
-¡Ay, hola!, no te vi.
-Es por el cristal polarizado -dije sonriendo.
-¡Ah!, ¿no es un espejo?, a ver… -dijo mientras avanzaba hacia la puerta de mi privado cruzando la pequeña recepción.
-Mira -le dije abriendo la puerta de par en par.
-¡Ay, qué pena!, entonces me viste de entrometida, asomándome.
-Si, pero no te preocupes, puedes venir cuando lo desees.
-¿Qué haces?, ¿de qué es tu negocio?
-Contabilidad, llevo la contabilidad de algunos negocios.
-Pero nunca vienen a verte, ¿verdad?
-No, casi todo lo arreglo por Internet.
-¡Ah, qué interesante!, ¡qué moderno! -comentó con voz melosa. -Y en este momento, ¿estás muy ocupado?
-Si, un poco… -observé divertido su expresión de desilusión-, atendiendo a una linda muchacha y no me gustaría que me interrumpieran.
-¡Ah, bueno!, ya me iba a regresar a mi negocio.
-Bueno, y… ¿cómo te llamas?
-¡Ay, que tonta!, ni siquiera te he dicho mi nombre. Me llamo Martha, ¿y tu, guapo?, ¿cómo te llamas?
-Bueno, mira, me llamo Antonio pero ¿qué crees?… no soy guapo, eres muy amable pero te equivocas, tu en cambio, ¡sí eres muy bonita!
-¡Ja, ja! ¡Ay, gracias, guapo!, tu también eres muy amable, pero la verdad, sí eres guapo, ¡no finjas!
Mantuvimos unos minutos la plática ligera, agradable y picante. Estábamos en mi privado, esporádicamente se veía a alguien pasar por la calle, decidí hacer una prueba, quería saber si realmente había posibilidades de una aventura con esta atractiva y coqueta muñequita, comencé mi juego: “siéntate aquí, quiero mostrarte algo”
La senté en mi silla frente a la computadora, después me agaché fingiendo que revisaba algo bajo el escritorio acercando bastante mi trasero a su cara, alcancé a ver sus lindas piernas, llevaba una falda corta que al sentarse se había alzado un poco y si hubiera habido suficiente luz, habría podido ver su ropa interior. Me levanté en seguida para ver su expresión y alcancé a darme cuenta que miraba mi trasero que, por qué no decirlo, estaba bien formado gracias a largas sesiones de ejercicio matinal diario. “Mira, en ésta página de Internet hay imágenes muy bonitas de playas y bosques” Me paré detrás de ella y me incliné hasta que mi cara estaba a un lado de la suya, le tomé la mano y se la coloqué sobre el mouse, con mi mano sobre la suya, la guié hasta encontrar las imágenes que le había mencionado, coloqué mi otra mano sobre su hombro. Cada vez que yo decía algo, acercaba mis labios a su oído, podía oler su cabello, ella no se alejaba ni me rechazaba, estaba pasando la primera parte de la prueba y no parecía nerviosa. Repentinamente alguien pasó por la calle y ella volteó a mirar, casi me besa, nuestros labios quedaron muy cerca, miró mis labios y luego me miró a los ojos y otra vez miró mis labios.
-Nadie nos ve, ¿verdad, guapo? -preguntó suavemente.
-No, nadie.
-Ah…
-¿Por qué preguntas?
-No, por nada… -no dejaba de mirar mis labios y mis ojos y no se alejaba, entonces pasé a la segunda etapa de mi prueba.
-¿Y tu esposo?, ¿por qué no vino hoy?
-Ya no va a venir, encontró un empleo y me pidió que yo atendiera el negocio.
-Ah.
-¿Por qué preguntas, guapo?
No pude evitar sonreír ampliamente, yo trataba de jugar con ella y ella estaba empezando a jugar conmigo. Me acerqué hasta que nuestros labios se rozaron levemente pero no la besé, quise sentir su respiración, su aliento, observar su reacción, había cerrado los ojos y abierto ligeramente la boca, estaba esperando que la besara, incluso sacó la punta de la lengua y rozó mis labios cerrados pero yo no la besé, tenía que pasar la última etapa de mi prueba, tenía que saber si estaba dispuesta a todo o sólo jugaba para matar el tiempo. Entonces me levanté y di un paso atrás, ella me miró muy sorprendida y no supo qué hacer, yo la tomé de las manos y la acerqué hacia mí, se levantó de la silla y la abracé con fuerza, la besé apasionadamente, ella abrazó mi cuello, quité sus manos de mi cuello y las coloqué sobre mis nalgas sin dejar de besarla, tenía que hacerle saber que no estábamos jugando, que era todo o nada. La tomé de las nalgas y presioné su pelvis contra la mía, sintió mi pene rígido en su vientre, sentí las costuras de su bikini con mis manos, me empujó, dio un paso atrás asustada y salió corriendo…