Cuando yo era chica, en el Centro Histórico –sobre la 5 de mayo, casi esquina con la 2 poniente- se sentaban unos jóvenes que tocaban música peruana en vivo y que vendían sus grabaciones en cassettes originales. No había muchos ambulantes invadiendo esa calle meramente peatonal –y que en fines de semana o en época navideña está atiborrada- y la gente los disfrutaba como espectáculo cultural.