Al ser designada –que no electa- como candidata del PRI a la presidencia municipal de Puebla, Blanca Alcalá enfrentaba un escenario político y electoral verdaderamente adverso. Panorama que revirtió gracias a que logró vender un mensaje de frescura, credibilidad y confianza.
Por ello, los ciudadanos creyeron, una vez más, en el discurso de un político (a) priísta y acudieron a las urnas a darle su respaldo, con la esperanza de que ahora sí, el discurso se tradujera en acciones de gobierno.
Pero una vez en el poder, parece que se olvidó todo lo prometido. En lugar de intentar “convertir a Puebla en una ciudad competitiva a nivel global”, como lo ofreció en campaña, la alcaldesa se ha limitado a ser rehén de la agenda de un limitado grupo de ambulantes, dedicando tiempo y recursos a buscar satisfacer a una minoría que al amparo de las amenazas y el chantaje ha sobrepuesto al comercio informal, sobre una verdadera posibilidad de crecimiento económico del municipio. ¿O acaso con darle gusto (si alguna vez lo logra) a unos cuantos líderes de ambulantes, Puebla será una ciudad “competitiva a nivel global”?
CONTRADICCIONES
En lugar de procurar una “seguridad pública integral” como base para que la población mejore su calidad de vida, tal como lo repitió mil veces en campaña, en los últimos meses Puebla ha vivido un incremento sustancial de la inseguridad. Fraccionamientos que nunca antes habían sido atacados por la delincuencia, ahora son robados por la puerta de enfrente; unidades habitacionales, barrios y colonias que siempre han sufrido el problema, no ven mejoría alguna. ¿Será que con los mal hechos spots que hablan de patrullas modernas y súper equipadas se está atacando “integralmente” el problema de la inseguridad?
En lugar de iniciar una “gestión de gobierno eficiente”, como lo presumió en época electoral, la administración municipal se encuentra sumida -al interior- en un lodo de contradicciones, inexperiencias e intereses grupales que en nada ayudan a que los ciudadanos recibamos “una atención de calidad”. ¿O acaso la forma en la que se ha enfrentado el asunto Israel Pacheco/Sindicato es “una nueva cultura de servicio y gestión pública”?
Si bien es cierto que a tan solo un par de meses de iniciado el trienio blanquista no es posible exigir resultados, también lo es que en esta primera etapa todos los gobiernos muestran de qué están hechos. Y si lo que ha demostrado hasta ahora Blanca Alcalá y su gabinete son un indicador de su contenido y consistencia, Houston, estamos en problemas. Este gobierno municipal parece más una simple gerencia, que una verdadera instancia gubernamental, creadora y ejecutora de políticas públicas de altura. Vaya, parafraseando a su maestro, Puebla parece estar siendo administrada al “happening”, ¿o no Don Manuel?
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