21-11-2024 11:16:00 AM

Las mentiras de Norberto

NORBERTONo es cierto que a la Iglesia católica en México le interese tomar las medidas necesarias para controlar los cientos de casos de sacerdotes pederastas que se dan al interior de su feligresía.

No es cierto tampoco que exista “preocupación sobre el tema” y que se busque “colaborar con las autoridades civiles para la detención de aquellos ministros de culto que se vean involucrados en la comisión de estos delitos”.


Tiene tan sucia la cara la Arquidiócesis de México en este tema, que intenta un lavado Express a través de la puesta en marcha de una auténtica farsa disfrazada de simposio, organizado por cierto por la Universidad Pontificia de México, en donde “especialistas, abogados y clérigos expertos en derecho canónico”, abordarán el tema.

De entrada, Rivera Carrera ni siquiera se tomó la molestia de asistir al evento.

Argumentando motivos de salud, huyó, como suele hacerlo, de los cuestionamientos incómodos de algunos representantes de los pocos medios que, a contracorriente, han decidido enfrentar  a las hipócritas buenas conciencias y darle un seguimiento puntual a las denuncias que en su momento se presentaron en su contra por supuesta protección de sacerdotes pederastas y el consecuente recurso de apelación que interpusieron los abogados de las víctimas ante la Corte Superior de California contra el fallo del juez Elihu M. Berle, quien, de acuerdo con La Jornada, dictaminó, a finales del año pasado, “que la instancia no tenía jurisdicción en el caso que involucra a Rivera. No obstante, contrario a lo que hizo creer la Arquidiócesis de México, dicha resolución no implica inocencia, solamente que la corte angelina no tiene jurisdicción, en un acto que todavía no ha sido juzgado”.

Sin embargo, Rivera Carrera hizo llegar a dicho evento un comunicado en donde afirma que “los delitos como son la corrupción de menores, hostigamiento sexual, abuso sexual, estupro, violación, cometidos por algún clérigo deben ser considerados delitos gravísimos que provocan la pérdida de confianza en la relaciones humanas y tienen consecuencias devastadoras para la persona dañada, su familia, para la Iglesia y el propio clérigo”.

Vaya, muy bien.

Si partimos del hecho de que las primeras denuncias sobre pederastia en la  Iglesia católica mexicana se hicieron por ahí de principios de la década de los cuarenta, los ensotanados nacionales tardaron sólo sesenta años en darse cuenta de que tenían un problema mayúsculo.

Aquí, con en muchos otras coyunturas, la realidad no concuerda con el discurso.

En México, de acuerdo con cifras del Departamento de Investigaciones sobre Abusos Religiosos (DIAR), de 1993 a 2004 se documentó un total de 750 denuncias.

Casi el 30 por ciento de los 14 mil sacerdotes que hay en México comete algún tipo de abuso sexual con su feligresía. En más de la mitad (55 por ciento) de los casos, las víctimas son mujeres mayores de edad, una tercera parte niños y el resto hombres.

Detrás del abuso sexual de diversos actores religiosos está no sólo la impunidad y el encubrimiento de la jerarquía católica hacia este ilícito, sino el abuso de poder y de confianza hacia con las víctimas, traducido en pedofilia, estupro y uso de la confesión para obligarlas a que no denuncien.

Los abusos sexuales a menores, cometidos por el clero o por cualquier otro, deberían de ser tratados como “delitos”, no como “pecados”, ya que en todos los ordenamientos jurídicos democráticos del mundo se tipifican como un delito penal las conductas sexuales con menores. Comete también un delito todo aquel que, de forma consciente y activa, encubre u ordena encubrir esos comportamientos deplorables.

Poco a poco, a medida que se da una apertura gradual de conciencias y de medios, se ventilan cada vez más casos en prácticamente todo el planeta al grado de que es imposible ya que funcione la complicada red de complicidades y silencios que operaron las autoridades civiles y eclesiásticas para encubrir a los culpables y evitar que paguen por sus delitos de acuerdo a lo estipulado por las leyes de los hombres.

En Estados Unidos ya se está logrando algo en la materia.

En México ¿cuándo?

Ya va siendo hora ¿no?

 

latempestad@statuspuebla.com.mx

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