28-03-2024 04:16:20 PM

Realismo y esperanza de cambio

Por Valentín Varillas

 

Los principales municipios de Puebla tienen ya gobiernos “diferentes”.

Administraciones que, en teoría, harán las cosas de una forma muy distinta con respecto a sus antecesores y que no repetirán sus errores y omisiones.

A favor de esto nos manifestamos de manera contundente en las urnas el pasado 1 de julio: por un cambio radical en actitudes y comportamientos, en usos y costumbres en la política y el servicio público.

Así también, se vendieron los hoy ganadores mientras hicieron campaña.

Auténticos magos poseedores de la receta infalible para resolver de raíz y en tiempo récord, los problemas ancestrales y más importantes de las comunidades en donde hoy ya son autoridad.

Ensayando una retórica de contraste, basada en la estridencia y el autoelogio,  nos convencieron de que ellos, únicamente ellos, podían dar una respuesta clara, contundente y rápida a las tantas y tan diversas necesidades ciudadanas.

Llegaron a equiparar su arribo al poder con los grandes y más radicales procesos de cambio que ha experimentado el país.

 

 

Ellos mismos la bautizaron como la “Cuarta Transformación” nacional, con todo lo que eso implica e impacta en el imaginario colectivo de sus gobernados.

Por eso, las expectativas en función de lo que puedan llegar a hacer son enormes y la exigencia ciudadana debe de ser también, directamente proporcional.

No puede ni debe haber medias tintas.

Ellos mismos le dieron forma a la vara con la que serán medidos y determinaron la altura a la que fue puesta.

Apelar al barato recurso de culpar a administraciones anteriores por no dar resultados inmediatos, en este caso particular no aplica.

Tampoco pedir realismo en el momento de la implacable evaluación ciudadana, cuando fue este un ingrediente que estuvo permanentemente ausente en la conformación y desarrollo de las campañas políticas.

No, las viejas formas de justificación no aplican para los nuevos próceres del buen gobierno.

Llegó el momento de cumplir a cabalidad, sin pretextos ni disculpas.

No imagino peor escenario que llegar la conclusión de que los hombres y mujeres del auténtico cambio, no son sino una versión recargada del “más de lo mismo”.

El desencanto puede llegar a tener consecuencias demoledoras.

Si ellos nos fallan también, llegaremos a la conclusión de que la política no es el medio por el que los ciudadanos comunes y corrientes podemos aspirar a una mejor calidad de vida y entonces, se abren todo tipo de posibilidades en términos de la respuesta ciudadana.

La desvalorización del voto puede llegar a ser el caldo de cultivo ideal para toda clase de tentaciones autoritarias, un escenario que, por lo que pudiera arrastrar, mejor no hay que considerar.

Pensemos, en cambio, que los nuevos gobiernos cumplirán a cabalidad con lo prometido.

Que nos demostrarán a los que votamos por ellos que no nos equivocamos y que al contrario, que a través del sentido de nuestro, sufragio, seremos corresponsables de la llegada de una etapa de crecimiento y desarrollo inéditos para nuestra ciudad y nuestro estado.

Ojalá que así sea, por el bien de todos.

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