Por Alejandro Mondragón
Una semana para enmarcar en la historia es la que se prevé ocurra a partir de este lunes. Nada más la máxima autoridad electoral del país realizará un recuento de voto por voto de los pasados comicios en Puebla.
La presión sobre el TEPJF irá en aumento conforme termine de sumar el último voto. Las partes ya afinan sus estrategias en aras de ganar lo que hoy resulta imprescindible: la percepción mediática y política.
Los morenovallistas han convocado a la militancia a “defender” el triunfo de Martha Érika Alonso en las salas regionales del TEPJF en Toluca y Ciudad de México.
Hay transporte, recursos, comida y hasta favores de gobierno para quienes se sumen a la causa en las calles.
El activismo contrasta con la tranquilidad de Martha Érika Alonso, quien este fin de semana anduvo en Puebla en atiborrados restaurantes, sin que nadie le reclamara nada, a ella y su esposo.
De parte de Morena, Luis Miguel Barbosa, los diputados locales, federales, senadores y nomenclatura lopezobradorista han dejado en claro que el proceso está manchado y aunque se recuente el último voto, en nada cambia la versión del fraude electoral.
La ecuación del recuento es claro para los morenovallistas: si se mantiene la votación, entonces el proceso fue inobjetable y legitimará a la ganadora del 1 de julio. Entonces, estallará el júbilo y la arrogancia de los triunfadores.
Para los morenistas es al revés, o cambia el resultado final o se exhibe el método del fraude para anular los comicios. El punto es probarlo.
Lo cierto es que serán días de mucho ruido. Tampoco es para menos porque lo que está en juego es el poder.
El balón ya no está en la cancha de Puebla, lo único que sí se tiene es que toda la paquetería electoral estuvo resguardada por el mismo árbitro, acusado de validar el fraude para unos, aunque no para otros.
