23-04-2024 06:24:16 PM

Buscando desesperadamente a AMLO

Por Valentín Varillas

 

En las últimas semanas y por tres vías distintas, el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle buscó afanosamente tener una reunión privada con el candidato de Morena a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador.

Sí, el que para el poblano es el tan odiado “Peje”.

El que le quiere arrebatar Puebla y echar por tierra sus sueños de continuidad.

La primera vía que agotó Rafael fue la de su “amigo” Ricardo Monreal, un personaje en teoría cercano a AMLO y que se vende como parte de la más exclusiva élite de la nueva izquierda nacional.

Monreal y Moreno Valle se conocieron gracias a los oficios de José Juan Espinosa, ahijado político del zacatecano, quien en el 2012 era un entusiasta aliado del entonces gobernador.

En ese tiempo, RMV buscaba un encuentro con López Obrador, candidato presidencial, para establecer un acuerdo electoral muy pragmático y en teoría benéfico para ambos.

Desde Casa Puebla se perfilarían algunas posiciones que competirían por diputaciones federales en la alianza de partidos de izquierda que apoyaba a Andrés Manuel, a través de candidatos cómodos al morenovallismo, a cambio de sumar en el estado al proyecto presidencial del tabasqueño.

Monreal y Moreno Valle se vieron en la ciudad de México, en el departamento del hermano de quien en esa coyuntura era un amigo mutuo y se sentaron las bases de tan sui-géneris estrategia de operación política.

Sin embargo, el tema no caminó.

AMLO no quiso pactar con Moreno Valle y fue entonces cuando toda la estructura oficial de operación electoral se puso a disposición del priista Enrique Peña Nieto.

Con todo y eso, López Obrador fue el candidato que en el 2012 obtuvo más votos en Puebla.

Todo parece indicar que Monreal fracasó en su papel de intermediador en este 2018.

La segunda vía que exploró Rafael para reunirse con Andrés Manuel fue la de Marcelo Ebrard.

Su “brother” como le gusta referirse a él en corto.

Marcelo fue fundamental para que el PRD se sumara en alianza al PAN, Convergencia y Nueva Alianza en Puebla, para llevar a la gubernatura a Moreno Valle y derrotar a Mario Marín y al PRI.

Ebrard y –paradójicamente- Luis Miguel Barbosa, fueron de los liderazgos perredistas que con más entusiasmo apoyaron que el partido del Sol Azteca fuera parte de una coalición aberrante en términos ideológicos, pero en los hechos muy productiva al momento de sumar votos.

A pesar de que Rafael no cumplió a cabalidad los acuerdos pactados con sus nuevos y “rojillos” aliados, los lazos políticos y de amistad con Ebrard jamás se rompieron.

Marcelo, tampoco pudo sellar el tan esperado encuentro con el puntero de la actual carrera presidencial.

En este contexto, a Moreno Valle no le quedó más remedio que jugarse su última carta: pedirle a su madrina política, Elba Esther Gordillo, que lo acercara con López Obrador.

Lo hizo convencido de que, su querida “maestra”, mantiene una línea de comunicación e influencia directas con el candidato, a través de su nieto René Fujiwara y su yerno Fernando González, ambos en teoría metidos de lleno en la operación electoral a favor del Peje.

Rafael, a diferencia de Miguel Ángel Yunes, fue muy cuidadoso de mantener una buena relación con Gordillo a pesar de su defenestración política y social, una vez que fue aprehendida en febrero de 2013 por el entonces incipiente gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Juran los que saben que esta vía sí caminó.

Que Moreno Valle y López Obrador se vieron el sábado 9 de junio por la noche, en la Ciudad de México, al regreso de una gira proselitista por Chiapas.

Sin embargo, nadie se atreve a confirmar lo anterior.

Mucho menos los cercanos a Andrés Manuel y sus aliados en Puebla.

Más allá de saber si la reunión se dio o no y de conocer los posibles temas que ahí se trataron, lo que llama la atención es que Moreno Valle busca un canal de comunicación con quien seguramente será el próximo presidente de México.

Y en ese sentido, fiel a su naturaleza, no le importa darle la espalda al candidato presidencial de su partido, Ricardo Anaya, a pesar de que el poblano tiene un cargo partidista al fungir como presidente de la Comisión Política Nacional del blanquiazul.

Tampoco le preocupa mucho traicionar a José Antonio Meade, su verdadero gallo en esta elección, al que le brinda asesoría política y operación financiera y de paso al presidente Peña Nieto, con quien tuvo una relación de complicidad económica y política mientras gobernó el estado.

No creo que Peña vea con muy buenos ojos que la alianza de Elba Esther –su declarada enemiga-  con Moreno Valle, siga gozando de cabal salud, a pesar de todo.

Otra vez, RMV ensaya aquello de que todos son prescindibles, menos yo.

La política del “úsese y tírese” aplicada a rajatabla.

Rafael quiere convertirse en el Manlio Fabio Beltrones del sexenio de López Obrador.

Quien lleve la bandera de la oposición a su gobierno, pero a la vez, quien le va a ser muy útil para transitar su administración.

¿Le saldrá?

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