19-04-2024 11:09:37 AM

El innombrable en la campaña de Meade

Por Valentín Varillas

 

Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se fue metiendo cada vez más adentro en el cuarto de guerra de la campaña del priista José Antonio Meade.

Hábil como es, hoy está ya en centro neurálgico de la toma de decisiones.

Su voz se escucha, sus opiniones son tomadas en cuenta, sus decisiones pesan.

Lo que antes hacía a través de terceros, ya lo realiza en primerísima persona.

Aporta estrategia, estructura, relaciones, recursos.

Todo lo forjado durante los períodos de búsqueda y ejercicio del poder político.

Con marcado hermetismo, opera temas de alta prioridad para el proyecto priista.

Y es que, aunque su preferencia en esta elección es un secreto a voces en el mundo de la política nacional, son momentos de cuidar las formas.

Una promesa de incondicionalidad a toda prueba con Ricardo Anaya lo limitan en su actuar.

 

 

Se supone que había con el panista una comunidad de objetivos, que iban en el mismo barco.

Es más, en teoría, los intereses de uno van de la mano con los del otro, en el caso específico de Puebla.

Aún así, en el tema de la presidencia, han tomado caminos muy distintos.

Parece que al final, en los hechos, los agravios personales han pesado más que cualquier pacto coyuntural.

Y por eso se optó por la traición.

Otra más, una nueva en la historia de las relaciones entre ambos personajes.

Esta, sin embargo, no tiene marcha atrás.

La aventura presidencial es un camino sin retorno, sin nuevas oportunidades: el auténtico todo o nada.

Y el innombrable ya abrió su juego y enseñó sus cartas.

Sabedor de los usos y costumbres que rigen la sucesión presidencial, considera que su decisión de ir con el candidato “oficial” es su mejor opción.

Cree que a pesar de lo que digan las encuestas, del enorme y contundente desprestigio del grupo en el poder, Peña alcanzará a salirse con la suya.

Y es que, cree a pie juntillas en aquella máxima que reza que “el águila es el águila hasta el último día de su sexenio”.

Y que el águila sigue teniendo el control absoluto de las instituciones del país y de los miles de millones del presupuesto nacional.

De ahí su confianza.

Tal vez, solo tal vez, tiene acceso a información privilegiada y considera que es muy posible que, desde el sistema, se deje fuera de la contienda al candidato blanquiazul.

Por las buenas o por las malas y siguiendo cualquier ruta crítica posible.

No olvida que hay procesos legales y madrizas mediáticas que justificarían lo anterior.

Por artera que una acción así pudiera parecer en términos de opinión pública y opinión publicada.

Total, para ellos el “fin justifica los medios” y siempre será de esa manera.

Una filosofía utilizada hasta el cansancio y aplicada a rajatabla en aquel peculiar estilo de ejercer el poder que vimos durante seis años en Puebla.

En este escenario, el de la eliminación del abanderado de la derecha, no habría ya acuerdos que cumplir ni palabra que respetar: el mejor de los mundos.

La apuesta parece arriesgada pero tampoco existen muchas otras opciones.

La generación de compromisos y facturas políticas con el presidente y su equipo venían con fechas de cumplimiento y tienen que ser pagadas en esta coyuntura electoral.

La misma que definirá el futuro de quienes pretenden sentar las bases de su perpetuidad en el poder.

A ver si les sale.

 

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