29-03-2024 03:31:46 AM

Sismos ponen a temblar… A los políticos

Por Rodolfo Rivera Pacheco

Aunque sucedan una y otra vez, distanciados en más o menos tiempo o años, los mexicanos no terminamos de aceptar y acostumbrarnos a que nuestro país no solo es una “Tierra de Volcanes” como apuntaba Joseph Schlarman, sino una Tierra de Temblores.

Nuestra propia mente hace que queramos olvidar que en cualquier momento pueden suceder. Que siempre van a ocurrir de mayor o menor intensidad. Que tenemos que estar prevenidos siempre querámoslo o no y que las políticas de prevención en todos los órdenes deberían ser de las principales áreas gubernamentales para evitar desgracias mayores que lamentar. Pero van a ocurrir. Hoy, mañana, en un mes o en un año.

Es cierto… ante un terremoto fuerte no hay construcciones que aguanten ni protocolos de evacuación que valgan. Absolutamente a todos nos invade la desesperación y es muy difícil recordar todas las normas para evitar tragedias mayúsculas.

Pero justamente por eso, los gobiernos de los tres niveles deben ajustar ya las políticas para estar prevenidos en todos los sentidos. Y siempre.

Sí, los sismos provocan que toda la sociedad reaccione solidariamente como ha sucedido en los últimos días y eso conmueve y motiva a que todos ayudemos en lo poco o mucho que podamos.

Pero también dejan al descubierto la ineficiencia de los gobernantes, el oportunismo de los políticos y la ruindad de autoridades y empresarios que construyen porquerías que jamás cumplen con las especificaciones para que resistan a movimientos telúricos o cualquier desastre natural.

En las islas japonesas ocurren temblores casi cotidianamente. Y de no ser por Tsunamis que vencen al país más desarrollado o preparado, Japón nunca sufre tragedias y muertes masivas por los terremotos. ¿Por qué? Muy simple: Tienen gobiernos buenos que respetan e imponen las normas de construcción y promueven responsablemente cualquier medida de prevención.

Pero los terremotos en México siempre exhibirán a los gobernantes y políticos en general. Para mal.

Es cierto, hay construcciones muy antiguas que tarde o temprano se caerán ante cualquier sismo más o menos importante. Es el caso de los centros históricos en Puebla y muchas ciudades del país, donde las construcciones datan de cientos de años. Ahí lo que es importante es preparar siempre a sus habitantes o usuarios a entender y practicar siempre medidas de evacuación oportunas.

Pero también hay decenas –centenas- de edificios que no cumplen con normas o especificaciones por la ambición de los constructores y por la corrupción de los que autorizan esas obras.

Toda la Ciudad de México tiene tales problemas. Aunque hay edificios que han pasado uno y otro terremoto y están perfectos porque fueron bien construidos por empresarios decentes. Y hay centenas que se caen y seguirán cayendo. Muchos ya quedaron “tocados” y con cualquier réplica fuerte terminarán por caerse.

En Puebla ocurre igual. Hay edificios que siguen intactos, bien hechos y de años. Y hay muchos otros de construcción reciente que ya están más que dañados. Es increíble que edificios que fueron construidos hace menos de diez años… hoy estén cuarteados y con visibles daños estructurales. Los condóminos propietarios pagaron millones por sus depas de lujo… y ya se anda cayendo el hermoso edificio. Mal. Transas de constructores con autoridades.

¿Hasta cuándo habrá sanciones para los vivales que permiten esto?

La mayor será que la sociedad está harta de gobernantes y políticos. De todos colores y siglas partidistas. La tristeza y desesperación ante desastres naturales se ha convertido en odio y desprecio a los políticos y gobiernos corruptos.

La sociedad se ha organizado una vez más sin que los gobernantes pudieran hacer nada. La solidaridad natural de los mexicanos ya rebasó una vez más a la torpe ineficacia gubernamental.

Por supuesto, no ha faltado el político que busca sacar raja política de la tragedia. Han intentado sacarse fotos y videos de su muy natural postura ayudando a la gente. Pero en lugar de caer bien han provocado la rabia y el desprecio generalizado. No puede lucrarse con la desgracia. Y todos sabemos quién o quiénes han intentado hacerlo.

Y tampoco niego que hay personajes que de buena fe están ayudando. Mi respeto a ellos. Todos nos damos cuenta quién sí lo hace sin sacarse selfies.

Por cierto, los malditos y despreciables soldados y marinos no han parado de apoyar y rescatar víctimas. Con o sin errores –no son medios de comunicación- de percepción o difusión, pero ahí están. Día y noche. Quiero ver a toda la bola de idiotas que los han criticado sistemáticamente en redes sociales, hacer la cuarta parte de lo que han hecho ellos.

Pero reitero… desgraciadamente –para ellos- hay un desprecio y oposición generalizada a los políticos. La gente simplemente ya no confía en ninguno. Y los partidos han intentado congraciarse con la sociedad anunciando que “donarán” (nadie dona lo que no es de él) todo o parte del dinero que reciben oficialmente… pero nadie cree ni aprecia el gesto.

Desde luego bienvenido. En lugar de malgastarse en cientos de espectaculares en todo el país o en spots estúpidos que nadie mira o escucha, el dinero de campañas puede servir perfectamente para la reconstrucción de las decenas de miles de casas destruidas de gente humilde en todos los Estados afectados.

El detalle es que lo hacen para sacar ganancia con la tragedia. Pero nadie les cree. Por ejemplo, la mentada alianza “Frente Ciudadano” del PAN-PRD y MC ha anunciado que “donan” el 100% de su presupuesto oficial… sabiendo que son minoría en el Congreso, que no se aprobará y que tiene que haber una reforma constitucional para que eso ocurra. Son rateros, no pendejos.

Y hay otros que apenas han asomado la cara… como Rafael Moreno Valle. El primero o segundo día del terremoto medio puso en twitter que se solidarizaba con los damnificados… y le tundieron bonito. Cientos de ciudadanos le reclaman que todo el dinero que absurdamente ha gastado en su obsesiva carrera por posicionarse como candidato presidencial, muy bien serviría para ayudar a los afectados por los sismos.

Su esposa y la más visible precandidata al Gobierno de Puebla también intentó caer bien y tuvo la puntada de publicar unas fotos “comprando víveres” en alguna tienda de autoservicio para “ayudar a los damnificados”. Más tardó en subirla que en bajarla ante una marejada de internautas que la criticaron y atacaron por oportunista. Con justa razón.

Finalmente, la gente está tomando sus decisiones. No quiere a los políticos. Se han ganado el desprecio a pulso durante los últimos años. Las elecciones del año próximo han cambiado radicalmente de rumbo en cuanto a preferencias o posicionamiento. Los encuestadores tendremos que medir cuál ha sido el impacto de la tragedia y para quiénes. Porque nadie se ha salvado del desprestigio. Nadie. Ni el Peje, que si bien no ha salido dañado, tampoco ha sido ejemplo de apoyo solidario y desinteresado.

Siempre lo he dicho, cuando políticos me preguntan sobre cuándo les puedo asegurar una victoria en temporada pre-electoral. Mi respuesta es: “Si no ocurre nada extraordinario… estos datos pueden significar que ganas (o pierdes, según sea el caso)… pero siempre puede ocurrir algo inesperado o extraordinario que mueva las preferencias”.

Pues aquí está ya algo más que extraordinario. Los terremotos pusieron a temblar a todos. Pero mucho más a los políticos. ¿Seguirán tan cínicos como siempre?

 

 

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