20-04-2024 08:47:54 AM

Nuestra forma de ser nos limita o nos potencia

Por Abel Pérez Rojas

 

No busques afuera lo que no hallas dentro de ti”.

Abel Pérez Rojas

 

Entre las cosas básicas que escapan a nuestra mente, está todo aquello que nosotros mismos provocamos a partir de ciertas posturas que asumimos como nuestra forma de ser.

Cierto es que mucho de lo que vivimos es consecuencia de fenómenos ajenos a nosotros, pero también es cierto que somos nosotros quienes provocamos otra gran parte de la realidad que no asumimos como propia.

Por ejemplo, es común que vayamos por la vida buscando a las personas idóneas con las cuales poder desarrollar nuestros proyectos de vida, pero el tiempo pasa, las condiciones cambian y cada vez que hacemos un recuento siempre salta una y otra vez la añoranza de que en ese punto tenemos un faltante.

Buscamos y buscamos, hasta que después de algún tiempo, inclusive años, recapacitamos para descubrir que las personas han estado ahí desde hace mucho, pero no las habíamos visto porque nuestra mirada estaba “empañada” por prejuicios, ignorancia o mala intención.

A propósito de lo que vengo abordando, me topé hace poco con una breve narración titulada Cuento Árabe sobre la Amistad, la cual es oportuna y no tiene desperdicio alguno:

A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra descansando: ¿Qué clase de personas hay aquí?

El anciano le pregunta: ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?

“Oh, un grupo de egoístas y malvados” replicó el joven.

“Estoy encantado de haberme ido de allí”.

A lo cual el anciano comentó: “Lo mismo habrás de encontrar aquí”.

Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:

¿Qué clase de personas viven en este lugar?

El viejo respondió con la misma pregunta: ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?

“Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado”.

“Lo mismo encontrarás tú aquí”, respondió el anciano.

Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:

¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?

A lo cual el viejo contestó:

Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí.

Aquel que encontró amigos allá podrá encontrar amigos acá.

¿Cuántas historias de personas que se quejan de mucho, vinieron a su mente mientras leyó la explicación del anciano?

Nos quejamos de la ausencia de cosas positivas en nuestro entorno, pero la realidad es que esa expresión sólo es un reflejo de la incapacidad que tenemos para verlas.

Si nos damos la oportunidad de cuestionar nuestra forma de juzgar, veremos que hay muchísimas cosas de las cuales nos estamos privando, por la simple postura intelectual y emocional que asumimos.

Se dice fácil, pero se requiere perseverancia en modificar nuestra “mirada”, sobre todo cuando se tiene presente que en gran medida mucho de esto ha sido provocado durante generaciones por los mecanismos del sistema sociopolítico imperante.

¿Qué le parece?

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