Por Alejandro Mondragón
Vaya fatalidad para los personajes poblanos y estados circunvecinos que buscan afanosamente la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla en el 2018.
La decisión no está en sus manos. Ni remotamente pueden construir su circunstancia, como dictan los cánones de la política.
Su destino depende de la voluntad de un solo hombre. De su estado de ánimo. De cómo despertó. De si algo le cayó mal en la noche. Del dedazo de Andrés Manuel López Obrador.
En este escenario no hay cabida al desempeño, lealtad, compromiso, posicionamiento político, construcción de acuerdos y alianzas, estructura o recursos.
A López Obrador sólo le importa lo que diga su dedito.
Es el señor de horca y cuchillo.
El cacique contemporáneo.
La reedición de lo más rancio del PRI.
La voluntad de muchos dependiendo de una persona.
Y eso lo saben Luis Miguel Barbosa, Alejandro Armenta Mier, Rodrigo Abdala, Manuel Bartlett, Ignacio Mier, Javier López Zavala y hasta el pillo impresentable del José Juan Espinosa.
Pero lo asumen y bailan al ritmo de lo que les ordene AMLO.
Y a esta lista súmele las candidaturas a Senadores, Legisladores federales, Diputados locales, Presidentes Municipales y Regidores.
Triste que personajes combativos, que salieron de sus partidos o relaciones de poder por no quererse someter, ahora anden tras el guiño de López Obrador.
Si AMLO ordena, ellos obedecen.
Está claro que no han aprendido nada.
Señores: lo importante en la vida no es cambiar de amo, sino dejar de ser perro.
Inconcebible que ahora se sometan al dedazo de López Obrador.
Tengan dignidad.
¿Dónde quedaron esos huevos?