29-03-2024 02:35:02 AM

Ingenuidad de Enrique Cárdenas

Por Alejandro Mondragón

El affaire entre el académico Enrique Cárdenas y Diódoro Carrasco Altamirano, secretario General de Gobierno y escudero de Rafael Moreno Valle con cargo al erario de Puebla, arroja una recomendación para el ex rector de la UDLAP.

Señor Cárdenas, tire su celular.

Enrique se reunió el 12 de mayo en Casa Aguayo con el oaxaqueño, quien le dijo que se metería en problemas si seguía con sus críticas hacia Moreno Valle, tal como le ocurrió al ex alcalde panista, Eduardo Rivera, el cual fue inhabilitado.

Está claro que como ciudadanos estamos en el dilema de resolver quién dice la verdad, pero es muy probable que el interés no radicaba en la presencia física de Cárdenas en Casa Aguayo, sino en su celular.

Y le explico.

Una práctica generalizada en el gobierno morenovallista fue la espía de los enemigos, pero más de los amigos, con eso de las deslealtades.

Durante el sexenio se realizó un seguimiento que involucra a más de 2 mil personajes de la vida pública, política, económica, sindical, periodística, académica y gubernamental que giraran en la órbita del grupo en el poder.

Además del seguimiento personal, geolocalización y colocación de micrófonos, a cargo de una unidad especial, lo que más ventajas tenía para el grupo en el poder era la clonación.

Fuentes del morenovallismo contaron al reportero que una forma eficiente de “colgarse” a los teléfonos era por la voluntad propia del personaje de entregar su celular a resguardo.

Se le invitaba a una oficina pública, antes de ingresar se le pedía que dejara su móvil en recepción, desde donde creaban una cuenta espejo para ver, jamás intervenir, lo que decía o disponía de información. Era muy riesgoso vaciar los datos, porque la mayoría requería de contraseñas y eso podía alertar al usuario.

A los integrantes del gabinete, legal y ampliado, los tenían más controlados, porque ya les daban teléfonos encriptados, pero a los invitados les conocían hasta detalles de los chats de amigos.

“Sé que no tengo manera de probar lo que señalo, pues no grabe la conversación. Incluso, me recogieron mi celular a la entrada de la reunión”, cuenta Cárdenas.

Para algunos morenovallistas fue muy curiosa la forma en la que se enteraron que su góber los vigilaba y lo “creativo” que se volvieron.

El rector de la BUAP, Alfonso Esparza, mejor conocido como El Tío Poncho, cuando ingresa a su oficina, mete su celular a una especie de caja fuerte blindada, no sin antes apagarlo y quitarle la pila. Seguro usaba bloqueador de señal.

O a Juan Pablo Piña quien, como secretario de Asuntos Legales, había acudido a la ciudad de México a tratar un tema de Valle Fantástico. Cuando concluyó, antes de lo previsto la reunión, se le hizo fácil irse a comer a un restaurante de Polanco.

Estaba por ordenar, cuando una llamada del góber lo sorprendió.

¿Cómo vas?, le preguntó.

-Sigo aquí en México.

-Lo sé, pero no veo por qué si desde hace rato acabaste.

-Vine a una comidita personal, señor.

-¿Y quién te dio permiso?

-Ehhh…

-Te quiero aquí en Puebla, en menos de dos horas, hay mucho que revisar y hacer.

Y le colgó.

Piña se regresó.

Otro caso fue cuando un personaje encumbrado de Puebla se reunió con el director de Intolerancia, Enrique Núñez, pese a que le habían advertido no tener tratos con él y otros.

Pensó que no se enteraría, pero apenas concluyó el desayuno y salía del lugar, al que arribó con una sofisticada medida de seguridad para que no lo siguiera, Moreno Valle estaba en la línea.

-¿Dónde andas, candidato?

-Saliendo de una reunión.

-¿Con quién?

-Con un amigo.

-¿Quién?

Vino el balbuceo y luego el reproche. Sabía que era Núñez, lo platicado y hasta lo que ordenaron para desayunar. Gracias al celular.

Así que, señores y señora,s si se sienten vigilados, pues la culpa no es de ellos, sino de ustedes que han entregado su vida privada telefónica, cuando acuden a las oficinas públicas o…

A varios periodistas clonan sus teléfonos, cuando piden cargar su celular en algún acto público.

Doctor Cárdenas, espero haya echado a la basura su móvil.

No tardan en revelar alguna conversación suya.

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