Por Valentín Varillas
No, no será la mejor manera para garantizar un arranque promisorio.
La división y el encono parecen reinar ya en el comienzo de la brevísima administración estatal de Tony Gali.
La “corte” se ha desatado y juega al ajedrez bajo la óptica de los apetitos e intereses personales y no con el objetivo de cerrar filas en torno al nuevo rey.
El monarca saliente tiene mucho que ver con lo anterior.
Conocido por ser un auténtico maestro en el arte de “amarrar navajas” entre sus colaboradores más cercanos -para ver cómo se desempeñan bajo presión y de paso probar su lealtad-, sembró enemistades internas que con el paso de los años crecieron hasta convertirse en auténticos odios.
Tal vez no se notaron tanto hacia afuera, porque a la par fungió como un elemento de cohesión y un contrapeso efectivo que evitó que las pasiones se desbordaran.
Hoy, con un pie fuera de Puebla y dedicado en cuerpo y alma a su proyecto presidencial, es decir, a la negociación cumbre de su vida política, los demonios no tienen ya freno y comienzan a soltarse.
Así se entendió en lo más alto del poder político poblano la reciente madriza mediática en contra del líder del congreso, Jorge Aguilar Chedraui.
El reportaje que desnuda la corrupción en su paso por la Secretaría de Salud y que muestra apenas la modestísima punta de un gigantesco iceberg que muy pronto se revelará con toda contundencia, es un mensaje claro del nuevo gobernador a uno de sus enemigos irreconciliables.
El odio surgió en la coyuntura del proceso de selección del candidato del PAN a la alcaldía en el 2013.
Moreno Valle echó a correr a Gali, Aguilar Chedraui y Fernando Manzanilla, haciéndoles creer a los tres que tenían iguales oportunidades de ser nominados, cuando había optado ya por el hoy gobernador electo desde mucho antes.
Se dieron con todo.
Los golpes por debajo de la mesa y los juegos de poder a contrapelo de los intereses del candidato estuvieron a la orden del día.
Manzanilla y Aguilar Chedraui no soportaron el haberse quedado en la orilla.
Es un secreto a voces en el círculo político poblano, que ambos tuvieron mucho que ver en la filtración de los datos de la casa de Tony en La Vista a Lourdes Mendoza, periodista del diario Reforma, el único escándalo real que enfrentó en esa campaña.
Con el tiempo, el cuñado del todavía gobernador pudo recomponer la relación; Aguilar Chedraui, no.
Una prueba más de lo anterior, fue el gélido ambiente que rodeó la primera reunión que sostuvieron hace unos meses, para tratar temas de interés común.
Mucho frío, nada de cordialidad y muy pocos acuerdos entre el líder del congreso con el que gobernará el mandatario electo.
No hay la menor química entre ellos y existe un enorme signo de interrogación en torno a los tonos de su coexistencia, al encabezar poderes que se necesitan mutuamente.
Sin embargo, en el núcleo del autodenominado “auténtico morenovallismo”, no cayó nada bien el golpeteo en contra de uno de los suyos.
Inmediatamente, sus principales figuras cerraron filas a su alrededor y lo apapacharon “placeándolo” en eventos públicos y partidistas.
Juran en corto que habrá venganza y que ésta será de antología.
Y es que, el gobernador Moreno Valle ha sido daño colateral del enfrentamiento entre estos dos personajes.
El desvío millonario de recursos en Salud pone en tela de juicio su discurso de honestidad a toda prueba y la afirmación de que su sexenio se diferenció de los anteriores en función de la transparencia en el uso y destino de los recursos públicos.
Lo anterior representa la columna vertebral de su retórica como precandidato presidencial.
¿Se tratará en los hechos del primer intento de deslinde?
Porque, si algo le aconsejan a Gali sus más cercanos, es que se desmarque de inmediato de la figura de Moreno Valle y que empiece a romper con aquella concepción generalizada de que su gobierno no es más que una extensión del actual.
¿Lo hará?
¿Se atreverá?
¿Podrá?
La duda es pertinente porque, los que todavía no se van, juran tener contemplado un sistema muy efectivo de procedimientos, acciones y contrapesos, que utilizarían sin piedad en caso de cualquier intento de rebelión o deslinde.
Gabinete, en bloques
Todavía no toman protesta, pero quienes prácticamente han amarrado ya una secretaría en el próximo gobierno estatal, se auto-etiquetan como “los nuevos” y “los viejos”, en función de a quién le deben el cargo.
Los primeros, son los incondicionales de Gali y se la jugarán con todo por él.
Los otros, son lo que son gracias a Moreno Valle; el único que bajo su óptica merece llamarse gobernador.
Así, prometen que trabajarán por Puebla.
Se va a poner bueno.