28-03-2024 02:55:50 AM

Mi opinión

Por Rocío García Olmedo

Un sentimiento de incertidumbre se apoderó de todas y todos nosotros al conocer la decisión de que en el primer minuto del 2017, se liberaría el precio de las gasolinas.

EL enojo, la preocupación y el descontento social ha sido la premisa de los días subsecuentes.

La preocupación se incrementa ya que a la eliminación al subsidio al precio de las gasolinas, siguió el gas y las tarifas de energía eléctrica – aunque dijeron sólo para aquellos consumos mayores residenciales e industriales- y, lamentablemente la inevitable escalada a los precios de los productos de la canasta básica, -que ya iniciaron- los incrementos al costo del transporte público, casetas de peaje, servicios y trámites.

La innegable realidad es que la decisión de liberalizar el precio de las gasolinas en el primer minuto de este año, impacta directamente en el bolsillo de las familias mexicanas.

50 millones de pobres en México (INEGI) preocupados, no sólo por el costo al que han llegado las gasolinas y sus derivados, sino por la afectación que va más allá de llenar el tanque con gasolina de un automóvil, sea de ricos o de pobres. 82 productos considerados en la canasta básica (INEGI) están teniendo ya, una escalada de sobreprecios; y todo, se tiene que asumir con un incremento al salario mínimo muy por debajo para enfrentar esta situación.

gas

La sociedad en su conjunto exige legítimamente explicaciones puntuales por parte del gobierno. El panorama obliga a actuar para paliar todos estos impactos colaterales, por ello es urgente que el gobierno nos diga cuál es la agenda que han construido para atenuar los efectos de esta medida, aun cuando el ánimo ciudadano no sea el tratar de comprender alternativas.

Entender el proceso de lo que está pasando sin duda no es fácil para quienes no somos expertos en el tema. Nos han dicho que el 53% de las gasolinas que se consumen en México, son importadas, que su precio depende del precio del dólar y del petróleo, por lo que el desplome del peso frente al dólar, se convierte en uno de los factores que trae como consecuencia la afectación, ya que la compramos en dólares.

También hemos leído análisis, de que una alternativa es que el gobierno continuara subsidiando el precio de las gasolinas. Los expertos dicen que sería una medida regresiva, derivado de que, de los 190 millones de litros diarios de gasolina que se venden en México, el 70% es consumido por los mexicanos de mayores ingresos, lo que significa que el subsidio continuara beneficiando más a los sectores que más ingresos tienen. Por lo que señalan, que el impuesto de las gasolinas no es un mal impuesto, ya que lo pagan quienes deben pagarlo, lo más ricos de la población.

Los expertos también han señalado que el origen de la liberalización es un tema de carácter fiscal que solventará graves errores del pasado en PEMEX y que al país le urge que lleguen inversiones para ductos, refinerías terminales de almacenamiento, entre otros, que fue parte de la tan mencionada hoy, reforma energética.

Razones seguramente válidas, para quienes llevan las riendas de la economía en el país; pero poco comprendidas por la sociedad en su conjunto, incluso mencionado así, hasta podría medianamente entenderse el mensaje de “que es una medida dolorosa pero necesaria.” Pero el ánimo ciudadano no está para tratar de comprender.

Conclusión. Nos queda claro que había que enfrentar esta problemática y que era necesario tomar esta decisión. Sin embargo, tenemos que considerar soluciones a las afectaciones colaterales, porque millones de mexicanos las estaremos padeciendo en perjuicio del bienestar de nuestras familias y esa parte le toca al gobierno.

Si bien para un problema complejo -como este- no caben soluciones simplistas o demagógicas; podemos ayudarnos de opiniones de los expertos que han comentado: “de no haber liberalizado el precio de las gasolinas, hubiera implicado un costo de 200 mil millones de pesos al erario que sólo se podría cubrir, (el gobierno) con mayor déficit o mayor deuda, mayores impuestos, o un ajuste en el gasto”

Por supuesto sobre endeudar más al país o aprobar mayores impuestos, por lógica elemental no es solución. Sí creo que podría empezarse con el ajuste en el gasto. Un ajuste integral y transversal.

“Manos a la obra” para ajustar el presupuesto de egresos de la federación que entró en vigencia para este año, para reducir sustancialmente el gasto público de los tres Poderes del estado mexicano (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), pero también el de todos los estados de la República, así como de los organismos autónomos y descentralizados.

Fin a los privilegios, rendición de cuentas y transparencia en el uso de los recursos públicos de todas las acciones, de los tres niveles del Poder público. Perseguir hasta combatir realmente los casos de corrupción.

Y como requerimos certidumbre en las acciones a implementar para enfrentar esta problemática, que nos clarifiquen: Cómo y en qué se aplicará, el recurso que proviene de ese impuesto Especial sobre productos y servicios (IEPS) de las gasolinas, se habla de que alcanzará 200 mil millones de pesos. Cuáles serán las medidas de austeridad del poder público, -que no sólo deben consistir en la reducción de sueldos- y puntualmente en qué se van a aplicar esos ahorros; porque liberar el mercado implica en adelante, fluctuaciones a la alza o a la baja. Necesitamos saber ¿Cuáles serán las medidas adicionales que se asumirán para estabilizar y fijar precios topes a los productos de la canasta básica, de productos y servicios, de manera que esas fluctuaciones no los impacten?

Pasar a acciones contundentes para erradicar con la fuerza del estado, la ordeña de ductos de PEMEX por parte de lo que es ya, -en Puebla y a nivel nacional- una delincuencia organizada que está poniendo en riesgo a la ciudadanía, y para detener de una buena vez, todos los abusos que se dan con la alteración de los equipos en algunas gasolineras para robar a los consumidores.

En suma, adoptar medidas regulatorias desde ahora, para no agravar más la situación derivado de los movimientos que iremos teniendo en los precios de las gasolinas por las condiciones que vaya presentando el mercado en el futuro.

Me han preguntado que si la decisión de liberalizar el precio de las gasolinas traerá un costo político para mi partido político ¡por supuesto, que lo habrá! Y no sólo para el PRI, también para todos los partidos políticos. La realidad es que esa severa crisis de confianza y credibilidad en las instituciones públicas, pasa también por los partidos políticos.

Y mi partido político (PRI) no debe estar ausente. Mi partido no debe desdeñar el enojo ciudadano. Escuchar los reclamos ciudadanos y responder a sus preocupaciones y necesidades debe ser nuestra premisa. Me parece por ello, que es el momento de revisar también los recursos públicos asignados a los partidos políticos, pensar en su reducción y poner fin a privilegios.

Tenemos que asumir también nuestra responsabilidad en esta problemática, siendo el conducto para impulsar todas las medidas que reduzcan los impactos en beneficio de las mayorías, abanderando sus causas y coadyuvando con nuestro gobierno, a encontrar soluciones para apoyar la economía familiar y erradicar ese sentimiento de agobio no solo por la economía, también por la inseguridad, tanto en nuestra integridad física, como en la patrimonial.

Lograrlo requiere necesariamente de la participación de todos y todas.

La sociedad en su conjunto tiene el derecho de enfrentar con sentido autocrítico, sí. Pero debemos aprender a distinguir entre el derecho a la manifestación y las inconformidades -que no está a discusión- con los actos delictivos que ponen en riesgo la paz pública y a los manifestantes que legítimamente expresan sus inconformidades, para no caer en su juego.

Nos urge que haya una mayor inversión en el país, tanto externa como interna que genere empleos, pero como pretendemos lograrlo en un ambiente de inestabilidad que proyecta desconfianza a los inversores internos y externos.

Discutamos soluciones, provoquemos acuerdos sociales y políticos, hagamos conciencia por encima de este escenario adverso. Menos palabras y más acciones para recomponer el camino.

Pero esta es sólo mi opinión.

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