Por: Valentín Varillas
En teoría, se acercan los días de definiciones para el gobernador Moreno Valle y sus operadores electorales, en términos del tan cacareado proyecto presidencial.
El poblano marcó los primeros días de septiembre como plazo fatal para determinar la estrategia a seguir para su futuro en el corto plazo.
Las encuestas y sondeos de opinión –los publicados y los propios- serían el parámetro único que establecería cuál derrotero tomar en aras de maximizar los beneficios y minimizar las pérdidas.
Si lo anterior es cierto, la búsqueda seria, real, por la presidencia de la República, tendría que esperar mejores tiempos.
Y es que, todas las encuestas y sondeos de opinión publicados sobre preferencias electorales, dejan muy mal parado al gobernador.
La de ayer, dada a conocer por Reforma, no deja lugar a dudas.
Según la frialdad de los números -ésos a los que el morenovallismo les cree a ciegas, siempre y cuando así les convenga-, el tlatoani de nuestra aldea no es la opción más competitiva para “su partido”, Acción Nacional, si es que quiere recuperar la presidencia.
Según el diario, apenas el 11% de los simpatizantes del PAN prefiere a Moreno Valle como su candidato.
El número es bajísimo, si consideramos el tiempo y los millonarios recursos que el poblano ha destinado para hacerse del control del partido y las constantes giras proselitistas que realiza por todo el país para darse a conocer entre la militancia.
El número es todavía menor (9%) si la pregunta se realiza a la población en general.
En cambio, un 43% de los simpatizantes del blanquiazul opta por Margarita Zavala como la mejor candidata para el partido en el 2018, opinión que es compartida por el 31% de la población en general.
El problema para Rafael es que Ricardo Anaya -quien en teoría le debe la presidencia del CEN al poblano- lo supera ya ampliamente.
El líder partidista es el mejor perfil para la candidatura presidencial, de acuerdo con un 30% de los simpatizantes de Acción Nacional, casi el triple de los que prefieren al gobernador.
Entre la población en general, un 22% opta por Anaya, más del doble de los que eligen a Moreno Valle.
Este escenario no estaba presupuestado en la estrategia original.
En teoría, el poblano tendría que haber llegado a estas fechas en segundo lugar de posicionamiento -adentro y afuera del partido- apenas 5 puntos por detrás de la esposa del expresidente Calderón.
Jamás imaginaron que un perfil como el de Ricardo Anaya, minimizado y despreciado por el morenovallismo, los fuera a superar.
No consideraron siquiera la posibilidad de que el PAN ganara la mayoría de los estados que cambiaron gubernaturas este año y mucho menos se esperaban que Anaya capitalizara políticamente estos triunfos.
Su peor escenario se cumplió con contundencia.
En los careos con otros potenciales candidatos, a Moreno Valle ya ni siquiera lo toman en cuenta.
Otro aspecto de la encuesta que debe preocupar seriamente al gobernador, es el hecho de que no lo conozca el 65% de la población.
El gasto realizado en los últimos años para vender a nivel nacional la figura del mandatario ha sido obsceno, por decir lo menos.
Spots, espectaculares, programas especiales, portadas en revistas de todo tipo, publicidad en paraderos y unidades del transporte, promoción en cines, todo se ha ensayado no para promover al estado, sino a Rafael en lo personal.
Los amarres y compromisos con los grandes corporativos mediáticos, se supone han sido al más alto nivel, lo que supondría que una mayor cantidad de mexicanos tendría que conocer a quien asegura tener lo necesario como para gobernar el país.
Los números reflejan otra realidad.
Con todo y lo anterior, públicamente, Moreno Valle jamás aceptará que la candidatura presidencial luce cada vez más complicada.
Al contrario.
Un escenario favorable para el poblano será el del acuerdo con el oficialismo presidencial, lo que le permitiría seguir vigente en las grandes ligas de la política nacional.
Aunque las encuestas muestran que el PRI tiene complicado el escenario para repetir en Los Pinos, sumar la capacidad de operación electoral y los recursos del morenovallismo, sería un apoyo importante para el candidato de Peña en un escenario de elección cerrada.
Una posición en el próximo gabinete, si se materializa la victoria tricolor, o el compromiso de devolver los favores en el 2024, bien valen la apuesta de intentar dividir al PAN.
¿Y qué tal un acuerdo interno con otras fuerzas panistas para amarrar la primera posición de la lista plurinominal al Senado, con la promesa de coordinar la bancada?
No luce mal en el papel.
En cualquiera de los escenarios, candidato o no, hay Moreno Valle para rato.
Créame.