Por Alejandro Mondragón
El gobernador Rafael Moreno Valle entró en el laberinto de la soledad del poder.
Ya sacó su principal pendiente doméstico (ganó la sucesión gubernamental), pero creía que su proyección desde la Puebla de las transformaciones lo colocarían como la carta más competitiva en el PAN para recuperar Los Pinos.
Esa apuesta aliviaría sin duda la soledad del fin del sexenio, donde los muertos que creyó enterrar en el clóset empiezan a salir hasta convertirse en sus perseguidores mutantes del séptimo año.
Moreno Valle, acostumbrado a dedicarle 20 horas al día a hacer política, gobernar, operar, volar y hasta acordar mientras hace ejercicio de madrugada en el gym de Casa Puebla, ahora a qué se dedicará.
¿Cómo procesa que dejará la gubernatura y que por más que se insista ya no será más el número 1 en Puebla?
Fuentes cercanas a él comentan que aún no ha terminado de procesar la muerte de su abuelo, el general Moreno Valle. La soledad de fin de sexenio es brutal, sobre todo cada vez que se nota que en Puebla se habla más de Gali y en el país de Margarita Zavala y Ricardo Anaya, por el lado de su partido. Pero no de él.
Se apaga su figura, sin que nadie lo pueda remediar.
La victoria del PAN en el país, que le costó al PRI siete gubernaturas, la cabeza de Manlio Fabio Beltrones e inminentes ajustes en el gabinete de Peña Nieto, también lo deja como damnificado al interior del partido.
Los números no le alcanzan, a pesar que en cinco años visitó todos los estados del país con el pretexto de los Informes de sus colegas, fue presidente de la Conago, entregó concesiones y dinero para Televisa y TVAzteca para proyectar su imagen, es el góber consentido de Peña Nieto y, sobre todo, pagó y operó las campañas internas de Gustavo Madero y Ricardo Anaya para demostrar que es mejor tenerlo de aliado que de enemigo.
En 5 años, Moreno Valle vale entre 10 y 15 puntos para competir en el 2018, la pregunta es cuántos más ganará en lo que resta de su sexenio, el año y medio que estará ya sin el Agusta. Quizá 4 por ciento, pero sigue sin alcanzarle.
Lo peor es que en Acción Nacional, los liderazgos nacionales, jefes regionales y estructura partidista lo ubican como un Caballo de Troya del presidente Enrique Peña Nieto.
¿A quién le será leal: a Peña o al PAN?
¿A quién traicionará para salvar su posiciones en el 2018, donde no está invitado a la fiesta electoral?
Sin duda que esas expresiones que tuvo recientemente con su adversario político, Manlio Fabio Beltrones, quien ante su renuncia demostró “dignidad y generosidad”, según el góber, en realidad es una actitud que engloba la añoranza por lo que ya no será más: el número 1 en Puebla.
Pero tampoco Moreno Valle quiere sorpresas. Ya le pidió a Gali que empiece a integrar a su gabinete a los futuros secretarios, no vaya a ser que él ya fuera, vaya a cambiarle la jugada.
Genio y figura, aun en los últimos meses de su mandato.