28-03-2024 10:31:19 PM

Maldonado, defenestrado

Por: Valentín Varillas

Es oficial, me lo contó uno de los personajes más cercanos al gobernador Moreno Valle: “Luis ya no está en el ánimo, fueron muchas pendejadas”.

De esta manera, se comprueba que, quien en teoría formó parte de la lista de los hombres de mayor influencia al interior del gobierno estatal, vive días oscuros en su relación con quien fuera su jefe y amigo.

Es evidente que la gota que derramó el vaso y rompió lazos fue la monumental incapacidad que mostró Luis Maldonado para concretar el único cargo realmente importante que le dio Rafael: amarrar la alianza con el PRD en Puebla.

El no poderlo hacer, en un grupo político que privilegia sobre todas las cosas la obtención de resultados, selló irremediablemente su destino.

Al gobernador le caló hondo que no pudiera sumar a un partido que era fundamental en la formación de la coalición y al que le destinó una muy importante cantidad de tiempo, además de recursos materiales y humanos.

Nunca se escatimó nada en lo referente a la estrategia de hacerse del control del centro neurálgico en la toma de decisiones del partido del Sol Azteca.

A Maldonado y sus operadores se les dio la libertad absoluta que pidieron, en el entendido de que tenían la capacidad y las relaciones necesarias para cumplir el objetivo.

Lo peor fue que, en las constantes reuniones de seguimiento que se llevaron a cabo para evaluar el tema PRD, Maldonado presentó siempre un panorama “inmejorable”, “muy positivo” y “acorde con la ruta crítica” planteada en la estrategia.

Frente al frente frioLos hechos demuestran que al final mintió.

Que jamás tuvo la influencia, ni los amarres, ni las alianzas necesarias para que este partido se sumara oficialmente y con todos los recursos a su alcance a defender los intereses electorales del mandatario poblano.

Simplemente se fue por la cómoda y repitió hasta la saciedad lo que el gobernador y sus operadores querían oír, sin importarle que este panorama no fuera un reflejo fiel de la realidad.

Simple y llana ficción.

Al final, el gobernador se dio cuenta de que sobrevaloró la capacidad y alcances de Maldonado Venegas.

Tal vez, otorgándole una confianza ciega, le pagó algunas facturas como haberlo acercado al influyente y grillo arzobispo Chedraui, con quien Moreno Valle tenía agravios de años.

A lo mejor también pesó en su momento el hecho de que el exfuncionario estatal sirvió de intermediario para acercar a personajes cercanos a Enrique Peña Nieto con el gobernador y otros integrantes del grupo de Elba Esther Gordillo.

En realidad, lo anterior no sirvió de nada.

Por órdenes presidenciales, la “maestra” está en la cárcel y las buenas relaciones que hoy tiene el gobierno del estado con funcionarios federales fueron labradas en lo personal por el propio Moreno Valle.

Maldonado fue un lastre para el actual gobierno estatal.

La famosa revolución educativa que tanto cacareó como titular de la SEP poblana, jamás alcanzó a cuajar.

La dependencia, en cambio, fue utilizada por él y su grupo para la obtención de diversos y muy lucrativos beneficios personales.

Como encargado de la gobernabilidad del estado, el hoy flamante perredista fue uno de los grandes responsables de la peor crisis vivida en el sexenio.

Olvídese de la forma: aquella frase de las “piedras de gran calibre” que lo convirtió en un personaje de cómico de la picaresca política poblana.

En el fondo, la cerrazón mostrada para entablar un diálogo con los presidentes auxiliares que se sentían agredidos por el retiro de la facultad de manejar el registro civil en sus comunidades fue la génesis de la tragedia en Chalchihuapan.

Por meses, las autoridades en ésta y otras demarcaciones pidieron ser recibidos por el titular de la Secretaría General de Gobierno para exponer las razones de su rechazo.

Jamás les hicieron caso.

La medida última de presión fue la toma de la autopista a Atlixco, con la consecuente muerte del niño José Luis Tehuatlie Tamayo.

Aun así y a pesar de la contundencia de estas historias, Maldonado recibió el beneficio de la duda.

Su falla final, una de tantas pero la más importante para garantizar la continuidad del actual régimen, fue la que al final lo ubicó en su justa dimensión.

Bien dice la sabiduría popular aquello de que al final, las cosas por su peso caen.

La duda que ahora salta es ¿cuántos más faltan? y ¿qué cosas tienen que pasar para se muestren en realidad, tal y como son?

Vienen más casos, muchos más.

abajovale

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