20-04-2024 05:20:04 AM

Manlio cierra la transición fallida

Por: Juan Manuel Mecinas

El arribo de Manlio Fabio Beltrones al PRI, junto con la crisis innegable de identidad y poder que sufren el PRD y el PAN, y la crisis de legitimidad de las autoridades electorales, hace pensar que la transición hacia la democracia ha fallado o, por lo menos, se ha estancado.

El inicio de la transición hacia la democracia en México es discutible. Algunos pueden pensar que fue la reforma política de los setenta, otros que la elección del 88 y muchos opinan que las reformas zedillistas de 1995. Lo único cierto es que había un consenso en relación a que se habían dado pasos hacia una democracia. La elección de Fox en el 2000 fue un estimulante para pensar que se estaba en el camino correcto.

manlio12Sin embargo, la historia ha mostrado que la alternancia no fue suficiente.

Beltrones y el PRI ejemplifican todo aquello que pensamos que se podía dejar atrás a partir del 2000: el dedazo, la simulación, el presidente omnipotente, los partidos con élites perennes, discursos vacuos e ideas rancias.

No hace falta describir los antecedentes del nuevo dirigente del PRI: Manlio es un dinosaurio en toda la regla. Incluso destacando sus fortalezas personales, no se puede dejar de lado que su entendimiento de la política es el que le enseñó su maestro, Fernando Gutiérrez Barrios: fidelidad al partido y al presidente (antes que a los votantes).

Cuando Manlio afirma que la sana distancia con el presidente se acabó, no solo está criticando a Zedillo por hundir el barco en el 2000, sino que está asegurando que la política que entiende el PRI es corporativa y presidencial. Sin el presidente, el PRI no tiene rumbo; sin la presidencia, los priistas son huérfanos políticos.

La sana distancia no era solo el alejamiento del presidente respecto del partido, sino la negativa a intervenir en las elecciones y cargar los dados a favor de su candidato; la sana distancia era el intento de ciudadanización de la política a través (sobre todo, pero no exclusivamente) de elecciones democráticas, de partidos políticos fuertes y de instituciones electorales respetables. Ninguna de estas tres cosas se tiene hoy en día.

Ha muerto, pues, la sana distancia.

Ha muerto la transición que naufragó por la ambición y la mediocridad de sus actores.

¡Viva, pues, la presidencia imperial!

abajomecinas

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