28-03-2024 02:38:46 AM

¡Mi novia es swinger!

 

Fue una de esas cosas, sin más ni más me ví envuelto de lleno en un mundo de placer desenfrenado. Pero empezaré por el principio.

Hacía apenas un par de semanas que nos frecuentábamos. Era sábado y no teníamos planes, mi novia Lorena y yo estábamos en su casa sin hacer nada cuando sonó el teléfono. Era su amiga Irene, una simpática morena bastante guapa, con un culo y unas tetas impresionantes y unas no menos impresionantes perpetuas ganas de divertirse. Irene nos invitaba a una fiesta en casa de un amigo, un Alemán que trabajaba en una conocida firma de autos en la ciudad. Como no teníamos nada más que hacer, nos presentamos allí y comenzó la fiesta. Habría unas treinta o cuarenta personas, amigos de Hanz, que así se llamaba el amigo de Irene, y de su esposa Lupita, una mexicana bajita y rectilínea de un cuerpo casi juvenil.

Estuvimos bebiendo y charlando cuando ví como mi novia conversaba muy animadamente con una pareja de alemanes amigos de Hanz, los dos eran típicos germanos, altos, rubios, con ese color rojizo que suele tomar su piel cuando llegan a nuestras latitudes. Ambos con estupendos cuerpos, al menos el de ella me pareció de lo mas apetitoso. En ese instante Hanz me llamó y sin pensarlo más me alejé de los tres y me uní a la conversación en la que se me reclamaba.

Pasada como media hora comencé a buscar mi novia con la mirada, pero solo encontré a la mujer de la pareja alemana con quienes la había dejado charlando. Ella estaba del otro lado del jardín donde se había congregado la mayor parte de la gente. Me acerqué a Gretschen, que así se llamaba la alemana, y le pregunté si sabía dónde podía encontrar a Lorena. Gretschen me sonrió y tomándome de la mano me hizo subir por la escalera de caracol que llevaba hasta el balcón de una habitación en el tercer piso. Antes de llegar, Gretschen hizo un gesto con el dedo en los labios para que no hiciera ruido. Terminamos de subir las escaleras y asomándonos por el costado de la ventana, entre los barrotes de las protecciones, pudimos ver lo que ocurría  ahí dentro.

Me quedé de piedra al ver lo que pasaba, el alemán grandote y otro tipo estaban sentados en los sillones y mi novia estaba agachada entre ellos dos, con el pito de uno en la mano y el del otro en la boca. Masturbaba la verga del alemán, mientras chupaba con frenesí el falo del otro tipo. Ellos gemían y resoplaban de placer mientras le acariciaban las tetas y le presionaban la cabeza para controlar el ritmo de la mamada. Yo no daba crédito a lo que veía, aunque para Gretschen debía de ser de lo más normal por que sonreía todo el tiempo. Tampoco parecía indignada de ver a su esposo con otra mujer. Al cabo de unos pocos minutos mi novia comenzó a aumentar el ritmo de la mamada y de la chaqueta hasta que uno de los tipos comenzó a resoplar más fuerte, se puso en pie y atrayéndola hacia él le metió toda la pistola en la boca y comenzó a gemir y a resoplar de placer muy fuertemente, señal inequívoca de que se estaba escurriendo en la boquita de mi novia, y la muy puta lo estaba gozando. Ví como se tragaba todo lo que podía con los ojos cerrados y ya al final como abría un poco la boca, dejando escapar una parte del esperma que resbaló por su barbilla hasta su delgado cuello.

Yo estaba totalmente alucinado. Mi novia y yo nos queremos mucho y ella me había confesado cuando empezamos a salir que tuvo una vida sexual muy activa antes de conocerme, pero esto era demasiado. Mi cabeza daba vueltas y me sentí un poco mareado. Al bajar la vista, ví que algunas personas en el jardín se encontraban medio desnudas y bailaban cachondeando entre si. ¡Esta fiesta era definitivamente algo nuevo para mí!

Ajenos a todo esto los tres en la habitación siguieron con su juego. Ahora era el alemán el que quería gozar. Levantó a mi novia como si fuera una muñeca de trapo y, colocándola a cuatro patas sobre el respaldo del sillón, se la metió de un golpe por detrás y comenzó a cogersela como un poseso. Para entonces, yo ya estaba totalmente enganchado al espectáculo. Mi shock inicial se había disipado y empezaba a sentir una fuerte sensación de excitación.

Gretschen pareció darse cuenta de eso, ya que empezó a acariciarme la espalda y los hombros y a besarme en el cuello. El espectáculo era demasiado, así que seguí mirando, ahora el alemán seguia dándole con todo a mi novia por detrás y el otro tipo se había resbalado debajo de ella y le estaba comiendo la panocha, mientras ésta gritaba como una loca. El fuerte volumen de la música tapaba un poco sus gritos, pero era posible distinguir algunas frases entrecortadas: “Cógeme duro cabrón, más duro”, decía con el control sobre si misma absolutamente perdido. El alemán seguía en lo suyo y el otro tipo alternaba el clitorís de mi novia con los huevos del alemán. Ahí fue que sentí bajar por mi espalda la experta mano de Gretschen y deslizarse dentro de mi ropa interior, acariciando mis nalgas, y su otra mano agarrando mi verga, que ya estaba como un palo de dura. La masajeó ligeramente por encima de la ropa, y bajándome el cierre terminó por deshacerme los pantalones y los boxers, se agachó entre mis piernas y comenzó a lamerla despacio, muy despacio. Estaba disfrutando su lengua con cada fibra de mi cuerpo, cuando el escándalo que armaba el trío adentro me devolvió al espectáculo. No dejaba de mirar esos tres.

Ahora el otro tipo le estaba dando por el culo al marido de Gretschen, mientras mi novia se la chupaba. El espectáculo era electrizante. El alemán rugía de placer y no digamos más del otro, que luego me enteré que también vivía con el alemán y Gretschen, en ménage-à-trois. Todo esto mientras Gretschen, que era una verdadera Diosa de la mamada, me estaba proporcionando un placer indescriptible con sus labios, su lengua y sus dedos que se paseaban por todo lo largo de mi verga erecta y mis huevos. Se la metía despacio en la boca hasta hacerla desaparecer por completo, nada fácil teniendo en cuenta que mide más de 21cm de largo y otro tanto de ancho. Sentía su barbilla acariciar mis huevos y su experta lengua jugar con mi capullo dentro de su boca, que estaba caliente como un volcán, la sacaba muy despacio apretándola con sus labios, la lamía de punta en punta, la recorría con la lengua y volvía a empezar, despacio, siempre muy despacio. Al ver su rostro de una belleza extrema cada vez que aspiraba mi enorme falo como si fuera un vil espagueti, me sentía morir de placer. Pero el morbo podía más y tampoco podía dejar de ver a mi novia cogiendo con dos tipos que había conocido apenas esa noche. Todo eso me parecía de lo más morboso. Mirando y cogiendo, cogiendo y mirando.

Escaleras abajo la fiesta también había degenerado en una verdadera orgía. A pesar del estruendo de la música, se podía escuchar algo así como un gemido colectivo infernal, como el rugido de una bestia salvaje. Hombres y mujeres cogiendo en los muebles de jardín, en el borde de la fuente y hasta sobre el césped. Otros mirándoles gozar y masturbándose ante el indecente espectáculo. Entre la muchedumbre pude distinguir claramente Irene en un camastro, recostada de espaldas sobre Hanz, recibiendo su enorme tranca por el culo, con las piernas abiertas y al aire, totalmente expuesta, mientras la esposa de Hanz le lamía la panocha con goloso afán. Lupita se restregaba la cara en la vulva hinchada, esponjosa y mojada de Irene, con la lengua estirada y alternando entre ésta y los huevos de su esposo. Por momentos, la verga de Hanz salía por completo del ano ensanchado de Irene y Lupita aprovechaba para chuparlo como si fuera el más delicioso postre del mundo. A veces también Lupita metía su lengua en la chocha de Irene, tarea muy fácil porque éste quedaba abierto, y acogedor entre cada arremetida de Hanz, como si estuviera hambriento por más… Una escena digna de las mejores películas porno. De pronto algo llamó mi atención nuevamente al cuarto donde estaba mi novia.

El que le estaba dando por el culo al otro rugió como un tigre y gritando no se qué, la sacó del culo de su amigo y se la acerco a la boca a mi novia, que en ese momento se la estaba chupando al otro. Así, con las dos macanas apoyadas en la cara, mi novia abrió la boca y los dos explotaron en su lengua y en su cara, regándola por completo. Ella parecía venirse al mismo tiempo que ellos, ya que no paraba de gemir y de retorcerse mientras que con su mano se acariciaba la entrepierna. Ver ésto, y sentir la intensísima mamada que me estaba regalando Gretschen, me hizo llegar al orgasmo. Antes de correrme le hice un gesto a Gretschen para que se la sacara, ya que quería rociarle la cara con mis mocos y repetir la morbosa escena que mi novia y sus amantes nos habían regalado, pero Gretschen hizo todo lo contrario y otra vez se la tragó hasta el fondo. Sin que yo me lo esperara, dejó escapar un gruñido gutural que hacía vibrar su garganta sobre mi entumecido pene. Era como si cada centímetro de mi verga fuera masajeado por su cavidad bucal. La novedosa -novedosa para mí- sensación me hizo imposible resistir más, obligándome a descargar todo lo que tenía en mi vientre. Me chorreé como nunca antes. Esta chica era una verdadera gloria mamando verga. Agitaba la lengua mientras me corría y la presionaba dentro de su boca, exprimiendo cada gota que se le derramaba a media garganta. Se tragó todo el semen moviendo cada músculo de cuello como un ganzo que se atraganta, gimiendo y rugiendo, se mantuvo inmóvil todo el tiempo que duró mi venida, pero su cuerpo vibraba y se sacudía como afectado por choques eléctricos. Ella tambíen estaba viviendo un intenso orgasmo. Yo me agarré a su cabeza y la presione contra mi cuerpo hasta que sentí salir las últimas gotas de leche. Con la otra mano me tuve que sostener del barandal, para no caer por la debilidad en las piernas ocasionada por tan intenso placer.

Por fin, ella se la sacó de la boca y la besó varias veces antes de metersela por última vez. Se levantó y no pude reprimir el impulso de besarla para sentir esa lengua que tanto placer me había proporcionado. Eché un vistazo a los tres amantes y ví como habían comenzado a vestirse. Gretschen y yo decidimos bajar antes de que se dieran cuenta de nuestro voyeurismo. Por el camino hacia abajo, pude apreciar el cuerpo de Gretschen y era realmente fabuloso, lleno de curvas, con un trasero y unas tetas impecables, de nuevo estaba enganchado. “Te debo un favor”, le dije, “Sí, ya me lo pagarás” dijo ella sonriendo.

Una vez abajo, en el jardín, tuvimos que pasar entre los cuerpos entrelazados que yacían por todas partes, gozando. Nos sentamos en la mesa de jardín y cinco minutos después apareció mi novia con sus dos amantes del momento y se sentaron con nosotros, con toda la naturalidad del mundo, como si nada hubiese ocurrido.

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