19-04-2024 02:52:57 PM

Y la realidad nos alcanzó… otra vez

El ataque en contra de elementos de la Procuraduría de Justicia del estado no es sino la confirmación de algo que desde hace años es más que evidente, pero que jamás se nos había mostrado con tal contundencia: la delincuencia organizada está aquí y está más que dispuesta a utilizar todos los recursos a su alcance para ganarle la batalla a las autoridades locales.

No podía ser de otra manera.

La proliferación de grupos delictivos en el país se ha convertido en un cáncer que con una impresionante rapidez y capacidad de dañar el tejido social infecta de una u otra manera a prácticamente todos los estados de la República Mexicana.

Puebla no está ajena a esta realidad a pesar de la negación sistemática, a veces obsesiva, pero muy poco realista de nuestras autoridades.

El mensaje se manda con tal contundencia que deja sin efecto cualquier intento declarativo que intente minimizar los hechos.

No es viable, no sería creíble, mucho menos pertinente.

Son nuestras autoridades las que, por un asunto de estricta obligación, deben de presentarnos a los ciudadanos una radiografía clara, certera, precisa, sin ambigüedades, de la realidad que vive el estado en materia de seguridad.

Primero, como base para la definición de estrategias efectivas de combate a la delincuencia que permitan que cada vez más sectores sociales se involucren.

Y después, para minimizar el siempre nefasto amarillismo especulativo que se genera cuando las versiones oficiales se regatean o se envuelven en un manto de hermetismo que en ocasiones resulta de plano imposible de penetrar.

Nada peor que las medias verdades y las cortinas de humo en aras de proteger una imagen institucional o de no pagar un supuesto costo político por un problema social que, resulta obvio, ha superado y por mucho la capacidad de respuesta de nuestras autoridades en los tres niveles de gobierno.

Puebla debe de dejar de ser en el discurso oficial “el estado en donde no pasa nada”.

Aquel que, por una especie de concesión divina o de afortunado destino, permanece puro, casto, virginal, ante los embates de bandas delictivas cada vez más organizadas y mejor armadas y que ya vimos que tienen la capacidad de llegar a afectar a quien se lo propongan.

Sí, aquí también hay asaltos, robos, secuestros, asesinatos y ya lo vimos, atentados.

Más que omisiones gubernamentales recientes, se trata de los terribles saldos de décadas enteras de deterioro social, de empobrecimiento sistemático de millones de mexicanos y de un proceso de institucionalización y masificación de la corrupción a todos los niveles.

 

latempestad@statuspuebla.com.mx

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